martes, 11 de febrero de 2014

Juegos tipográficos, opresión y racismo

Los nostálgicos dicen que todo tiempo pasado fue mejor, otros dicen que todo tiempo pasado fue peor. Lo cierto es que todo tiempo pasado fue.
Hubo mucho sufrimiento y mucho placer. No deja de sorprender de lo que es capaz el hombre. En este caso el hombre es el opresor y el oprimido. ¿Con quién empatizar? ¿Con quién identificarse? “Identifíquese conmigo” —me dijo el policía que me detuvo por cruzar el semáforo en rojo por andar distraído reflexionando mientras conduzco.
Volvimos a repetir la pantomima del amo y el esclavo, los juegos de poder, la discusión acerca de lo convencional de una luz roja. Al agente no parecían importarle las conclusiones de Margaret Mead acerca de la relación que establecían ciertas culturas de Papúa y Nueva Guinea con los semáforos, a los que trataban de maneras que serían tabú para nosotros (cuando uno ve esas fotos entiende que nunca podrá volver a mirarlos igual, todo lo que entendíamos por violar una luz roja se relativiza notablemente).
Se pusieron en juego los mecanismos de opresión, el valor de lo establecido, la personificación de la justicia, los derechos civiles y el carnet de conducir vencido.
Podría titular esto como “Reflexiones desde la comisaría”, pero ¿qué tiene que ver todo esto con el informe de hoy? Creo que es obvio.
Mientras tanto aprendamos más sobre la historia de la tipografía, los derechos civiles y —fundamentalmente— que el poder no está ausente ni en la tipografía, ni en el deporte, ni en en las relaciones entre Mickey Mouse y Minnie.


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