miércoles, 13 de mayo de 2015

Un polémico impresor renacentista, ¿pío o hereje?


La carrera de este promisorio impresor, mimado por el papa Obdulio I, cayó en desgracia cuando presentó su maravillosa Biblia ante el concilio de cardenales.
Quizá se trató de desconocimiento de los férreos códigos de protocolo del Vaticano, es difícil asegurarlo. Otros investigadores sugieren que se trató de una apuesta que había realizado con miembros de su taller.
Lo cierto es que —frente a los prelados— apenas alcanzó a pronunciar las primeras palabras. “En este lugar sagrado, donde acude tanta gente...”.
Ludovico Della Faina fue echado a patadas y vanos fueron los intentos de disculparse.

Con gran dolor por ser incomprendido, perdido el apoyo de la Iglesia y buscando reivindicarse, se recluyó para dedicarse a estudiar y publicar una serie de libros que puso de manifiesto su gran erudición, así como su devoción religiosa. Con ellos esperaba volver a congraciarse con el clero.

Editó cuatro libros sucesivos —de su autoría—  acerca de las bulas papales, exégesis, interpretación, análisis de su cumplimiento e implicancias. Casi ensayos de teología y sociología.

El primero de los libros fue “Hasta las bulas”, que se trató de un análisis pormenorizado de la situación de los católicos antes y después de cada promulgación.
Le siguió “Las bulas llenas”, un estudio acerca de la saturación de la feligresía ante la suma de imposiciones eclesiásticas, particularmente represivas.
Algo más tarde publicó “Las bulas por el piso”, un detalle de los actos de desafío a las disposiciones papales, hoy es considerado la piedra fundacional del cisma religioso.
El último libro de la serie fue “Bulas tristes”, que expresa el pesar ante la desaparición física del papa Obdulio I, tal vez no el más lúcido, pero sin dudas el más célebre promulgador de bulas (nunca más de tres en un año, ya que eso era considerado bullying y no estaba bien visto).

Incomprensiblemente, sus libros no cayeron bien en la santa sede, los cardenales todavía no podían dilucidar si se trataba de un gran devoto o de un desubicado. Finalmente —por las dudas— decidieron excomulgarlo, quemar toda su producción, cerrar su taller y prohibir su sola mención. Seguramente por eso es hoy tan poco conocido. ¿Será Francisco quien finalmente tenga un gesto de grandeza y lo perdone?

Se dice que desengañado por el rechazo papal, Ludovico se entrevistó con Martín Lutero y le empezó a llenar la cabeza con nuevas ideas (pero es probable que no sea cierto sino bulas que se corren).