sábado, 25 de agosto de 2012

Conversaciones con Sesuda VIII

Sobre las relaciones humanas

El joven Tsetsuko se aprestaba a comer cuando el maestro Sesuda de acercó para enseñarle algo
–Toma el plato y tíralo al suelo
–Listo
–¿Se rompió?
–Sí
–Ahora pídele perdón
–Perdón
–¿Volvió a estar como antes?
–No
–¿Has entendido?
–¿Debo usar platos de madera?
–No
–¿Plástico?
–No importa el material del plato
–Sí que importa, los de vidrio se rompen
–Me refiero a que en esta historia el plato es un símbolo de la incapacidad de reparación. ¿Ahora has entendido?
–Sí, es inútil pedirle perdón a los platos
–No, es una metáfora sobre las relaciones humanas
–Ah, entiendo, es inútil pedir perdón a las personas
–No, a las personas sí sirve pedirles perdón
–Pero las cosas nunca serán como antes
–Tal vez sí, pero el daño está hecho
–¿Entonces no podemos reparar el daño? ¿No sirve arrepentirse? ¿No sirve tratar de arreglar algo?
–Tal vez sí
–Pero el plato nunca vuelve a estar como antes
–Las personas son más flexibles que un plato, a veces después de los conflictos somos mejores
–¿Entonces por qué sugieres esta comparación?
–Tal vez tienes razón, toma esa pelota y tírala al suelo
–Listo
–¿Se rompió?
–No
–Ahora pídele perdón
–Perdón
–¿Volvió a estar como antes?
–Sí
–¿Entendiste?
–No
–Me debes 300 yuan
–¿Me cobras por la enseñanza?
–¿Crees que a mí me regalan los platos?

martes, 14 de agosto de 2012

Conversaciones con Sesuda VII


Acerca de la función del arte

El joven Tsetsuko, siempre ávido, siempre curioso, siempre libre, se acercó al maestro que –parado frente al caballete– pintaba con los ojos cerrados, casi en trance. Dudó acerca de la oportunidad de molestarlo sabiendo que, para Sesuda, la pintura era una forma de meditación.
El joven Tsetsuko se sintió urgido de preguntar.  

–¿Sirve el arte?
–Pinta a tu aldea y pintarás el mundo.
–Y, sí, la gente se aprovecha. Hay que saber retirarse a tiempo.
–Quiero decir que en el microcosmos está el macrocosmos.
–Y en el microondas está el pollo.
–En la pechuga está el pollo entero.
–Por el precio pareciera…
–Digo que una célula tiene la información de la persona completa.
–Sí, pero andá a encontrarla.
–En algunas personas todas las demás células sobran.
–Ya empezamos…
­–Debemos ser capaces de disolvernos en el universo.
–Perder el yo.
–Perderte, sí.
–¿Permite el zen perder una parte de uno mismo?
–¿Una parte?
–4 ó 5 kilos… tengo una fiesta.
–El cuerpo es el espacio de la banalidad.
–5 kilos menos de banalidad no me molestaría.
–La verdadera fiesta es la no existencia. El no ser, no estar, no ir.
–Si no voy no me invitan más.
–¿Has meditado acerca de tu muerte?
–No.
–Yo sí.
–¿Debo ir a la fiesta?
–Te he dicho lo que pienso.
–Pero podría conocer a alguien, casarme, formar una familia, asentarme en alguna ciudad y practicar el zen...
–Es verdad, debes salir de este monasterio.
–Volvería la semana entrante.
–O podrías conocer a alguien, casarte...
–Pero si dejo el monasterio lo perdería como maestro.
–No temas perder, mis enseñanzas siempre estarán dentro tuyo.
–No sé si estoy preparado.
–Lo estás.
–¿Cómo estar seguro?
–Soy tu maestro, debes creerme.
–A veces creo que quiere deshacerse de mí.
–Te vuelves a equivocar, nadie barre el monasterio tan bien como tú.

El joven Tsetsuko sonrió, tal vez satisfecho, tal vez por las cosquillas que le hacía el pincel del maestro, que seguía con los ojos cerrados y hacía diez minutos que le pintaba la cara. pidió permiso y se retiró a meditar.
El maestro Sesuda abrió los ojos, cambió la tela y pintó un payaso triste para decorar su habitación.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Más acerca de los juegos tipográficos

En este mes olímpico aprovecho para contar algo más sobre los desconocidos Juegos Tipográficos, que causaron sensación en sus tiempos (aunque me da la sensación que la sensación fue leve).
Hubo grandes disputas por los derechos de televisación. Cada canal desembolsó grandes sumas de dinero para lograr que los juegos sean transmitidos por cualquier canal menos ellos mismos, lo que consideraban una forma de asegurarse audiencia por descarte.
En este caso los canales omnipresentes eran los de la misma ciudad, que si bien no transmitían nada, eran utilizados para desplazarse.
Por el contrario, los atletas y el público presente seguían fervorosamente las actividades, desplazándose hasta doscientos metros con tal de ver un evento. Parece poco pero tipográficamente hablando es un montón.
Conozcamos detalles de estos juegos. Hay quien dice que estos informes son vagos, pero vagos son los que duermen con pañales para no levantarse para ir al baño.