miércoles, 16 de abril de 2014

Don Alfredo Garrame, un divulgador incomprendido

Cuando el descuidado diseño, la providencia y un par de padres poco previsores aportan sus aguas al estuario de la desgracia, el caudal crece peligrosamente. Si sumamos la sudestada de nuestra sociedad chabacana, la dicha puede quedar sumergida.
Salgamos del pantano de la metáfora hacia las playas de la literalidad más mundana: a don Alfredo le cagaron la vida.
Y no lo merecía. Estudioso, erudito, culto y amable, don Alfredo no fue infeliz a pesar de su éxito sino debido a él.
¿Gata flora? ¿Perra fauna? Quién sabe. Habría que ponerse en sus zapatos, o —por ejemplo— en los zapatos de Cenicienta, que de haber sabido que el palacio tenía tantas habitaciones que barrer, hubiera cruzado los dedos de los pies. Pero así es el destino.
Yocasta —en un rapto de lucidez premonitoria— le prueba a Edipo los escarpines, descubre que no le entran y se tranquiliza con una ingenuidad algo perversa.
Pero no quiero irme de tema. Accedan al informe aquí abajo y juzguen ustedes mismos si hablamos de una persona exitosa o fracasada.