domingo, 27 de mayo de 2012

La independencia y el color

Bien saben los revisionistas que la historia es un relato, una construcción, que ha elegido sus protagonistas, sus actores de reparto y quiénes no han pasado el casting siquiera.
En esta semana de Mayo –que tanto festejo y acto escolar prohija–, ya va siendo hora de reivindicar a una mujer luchadora como el que más, pero dueña de una sensibilidad para el color que la distinguía de los libertadores de América, muchos de ellos doctos, educados en Europa, pero incapaces de distinguir un vestido de chiffon de un pantalón de frisa.


domingo, 20 de mayo de 2012

Sesuda y los relatos zen IV

Este modesto relato habla del prejuicio, del humor, de la ignorancia, del engaño, de la distorsión de la percepción, de la muerte y la resurrección y del descenso directo. Pero todo esto no se nota gracias al estilo despojado, mesurado y definitivamente desabrido del maestro Sesuda.


martes, 15 de mayo de 2012

Un héroe olvidado

Me parece importante rescatar en esta ocasión en que vengadores, capitanes américas y hombres de hierro se postulan como invencibles, a otro superhéroe, mucho más modesto.
No proviene del cómic como los otros (en sentido estricto es un comic sans, o un sans comic), y eso puede haber invisibilizado un poco su accionar. Otros postulan que su carácter poco belicoso lo hizo poco atractivo a los ojos de los niños y adolescentes. Lo cierto es que sus historias eran demasiado tranquilas y pacíficas para los gustos de su época. En sus aventuras solía decir que los textos se podían justificar pero la violencia no. Otras veces decía “el hombre araña, pero yo no”. En fin, un incomprendido. Cuando llegó el flower power, él ya se había retirado hace tiempo.
Los invito a recordar a un héroe de nuestra infancia.


sábado, 12 de mayo de 2012

miércoles, 9 de mayo de 2012

Conversaciones con Sesuda V


Sobre la esencia del universo

El joven Tsetsuko –atribulado por los misterios del zen– se acercó al maestro Sesuda buscando entender. Pero Sesuda es arduo, el entendimiento hay que ganárselo. En eso está el joven Tsetsuko.

–¿Cómo saber cada vez más y al mismo tiempo vaciar mi mente?
–La red de agujeros pequeños se llena antes.
–La red de agujeros demasiado grandes no se llena nunca.
–La red es lo pescado.
–No entiendo.
–Yo no puedo transmitirte la sabiduría, apenas puedo hacer nadar peces hacia tí, tú pondrás la red.
–¿Cómo elegir la red?
–Cuando eliges te equivocas.
–¿Cuando no elijo acierto?
–La flecha no trata de acertar al blanco. Solo vuela.
–¿Yo soy la flecha o el arquero?
–Tu eres un refrigerador.
–La flecha no tiene voluntad.
–Sí, es lo que tiene.
–¡Qué paradoja!
–¡Bien! Se tiene lo que no se tiene.
–¿La flecha no se equivoca?
–No.
–¿Se equivoca el arquero?
–Es un puesto muy ingrato.
–¿Es la naturaleza del hombre equivocarse?
–Al menos es la tuya.
–Una vez lanzada, la flecha no puede cambiar su trayectoria.
–La flecha va, es el blanco el que a veces no está donde debe.
–¿Se equivoca el blanco?
–Cuando dejes de buscar al culpable entenderás que el blanco, la flecha y el arco están hechos de la misma sustancia.
–¿Madera?
–Me refiero a la esencia de todo el universo.
–¿Todo el universo es de madera?
–No, sin embargo algunos discípulos sí. 

Tsetsuko –agradecido con su maestro– se va a meditar. Sesuda le dice “vé, hijo, vé”, mientras su mano afectuosa –en forma de puño– acaricia el aire, cerca de la nuca del discípulo que se ha movido rápidamente.
El maestro, algo decepcionado, entiende que la práctica cotidiana hace al experto y se va al gimnasio a practicar con su punching-ball.

sábado, 5 de mayo de 2012

Sesuda y los relatos zen III

¡Cuántas verdades! ¡Cuánto misterio! Cuánta sabiduría se respira en esos ambientes monásticos, alejados de todo, donde los hombres se contactan con lo más profundo de su ser. Compartamos este breve relato en el que el zen nos inunda de iluminación.