viernes, 21 de junio de 2013

El antiguo Egipto desconocido

Cuando pienso en todas las cosas que no nos enseñaron siento un vacío (al horno con papitas nuasé) en la boca del estómago y me pregunto para qué necesitamos otra boca en el estómago. ¿Acaso no es como una policía departamental que superpone sus funciones con la nacional? ¿se le han transferido los recursos? ¿puede rechazar esa segunda boca lo que la primera ya admitió? ¿qué poder le ha otorgado la naturaleza a esa boca? ¿puede decir? ¿es escuchada?
A veces me siento como esa segunda boca que regurgita aprendizajes vencidos, pero que carece de la fuerza para vomitarle al mundo su verdad porque la otra boca, la poderosa, no consiente que se sepa esa información que le pudre el aliento y elige esos modernos cepillos con "limpiador de lengua y mejillas" para ser aceptada en un mundo de mentiras pulcras y perfumadas.

(Léase con un crescendo de indignación, alzando la voz en cada línea, aunque tal vez debería haberles avisado antes)

En fin... (suspirando y volviendo a la calma) unos breves datos sobre el antiguo Egipto sobre los que es muy difícil hallar información en fuentes supuestamente eruditas. Como ya nos pasara con la piedra de Rosetta (ver aquí), por ejemplo.


domingo, 9 de junio de 2013

Conversaciones con Sesuda IX

Acerca del trabajo manual y el zen

El maestro Sesuda miraba caer la lluvia con paz en los ojos. Me había mandado a llamar, sin embargo cuando me acerqué para conversar, su mirada tornó en una mezcla indefinible de fastidio, hastío y desesperanza, pero en el fondo yo sabía que él disfrutaba de las charlas casuales. En su proverbial timidez nunca me lo dijo, pero de alguna manera yo lo sabía. Le daba la oportunidad de salirse de sus pensamientos y compartir el zen.
Haciendo alarde de mis naturales dotes para la conversación le dije:

–Tiempo loco...
–Mientras los extranjeros toman sol, el campesino descuelga la ropa porque conoce esa nube en el horizonte.
–El germen de la tormenta se muestra en el cielo límpido.
–Solo si sabes verlo.
­–¿Existe la lluvia que no ha caído?
–Solo existe el presente. Apenas la gota que te moja.
–¿Si estoy bajo techo la lluvia no existe?
–No, pero se hace presente por la grieta del techo.
–Sí, deberías llamar a alguien que arregle eso.
–Solo el trabajo hecho con tus propias manos te dará de comer.
–¿Vas a arreglarlo tú?
–Tus propias manos, dije.
–¿Para eso me mandaste a llamar y he debido cruzar la aldea en la mitad de la noche?
–No hay horario para alcanzar la iluminación espiritual. Hasta el trabajo más simple como cambiar el cuerito de la canilla te...
–¿También hay que cambiar un cuerito?
–Tres. Y pintar el techo. Soy anciano, la cintura me duele.
–¿No puedes llamar a un pintor?
–Está pintando la aldea.
–¿Puede el pintor pintar su aldea si llueve?
–Debe dejar secar más tiempo entre manos.
–¿Qué sonido hace una sola mano de pintura?
–Cuando lo sepas podrás dejar el monasterio.
–Yo ya no vivo en el monasterio.
–Cuando se alcanza la iluminación ya no hay adentro ni afuera.
–Sí, pero cuando llueve es mejor estar adentro.
–Si estamos adentro la iluminación es artificial.
–¿Puede ser artificial la naturaleza del Buda?
–Naturaleza artificial es un oxímoron.
–¿Existe la naturaleza en estado puro?
–Solo si no la pensamos.
–¿Acaso la mente es naturaleza?
­–Si podemos dejar fluir los pensamientos como un arroyo.
–¿Es eso pensar?
–Cuando intentamos pensar ponemos diques en el arroyo.
–¿Podemos no pensar?
–No pareces tener problemas con eso.
–Sin embargo no pareces muy complacido.
–Tú desvías el arroyo y lo alejas del mar, podrías fundirte con el océano y apenas lavas tus calcetines.
–Mis compañeros del monasterio lo agradecen.
–También yo, créeme, sin embargo la limpieza que debes buscar es interior.
–Comerme un jabón...
–El arroyo de tu mente se seca, los peces de tus pensamientos mueren, y tú sonríes estúpidamente.
–Los peces de mi pensamiento aprenderán a vivir sin agua.
–Claro, es difícil irrigar el desierto
–Caminarán si es preciso
–Si vas contra su naturaleza dejarán de ser peces.
–¿Acaso sobrevivir no justifica dejar de ser lo que se es?
–Si no somos lo que somos ¿qué somos?
­­–No somos nada
–Hoy estamos y mañana no...
–Perderemos el presentismo
–Oh, la levedad, la ausencia, la idiotez…
–En el agua todo nada. ¿No es contradictorio?
–Piensas demasiado, cuando deberías estar meditando bajo el lavabo con una llave.
–Cuando arreglo la plomería arreglo la plomería. Es el secreto del zen.
–Hablas demasiado y la cocina se inunda
–Cuando los campos de arroz se inundan dan sus mejores frutos.
–El agua es vida
–Sin embargo lo que mata es la humedad
–¿No sientes a veces que deberías estar en otro lugar?
–Como la vida, se escurre entre los dedos
–Debemos empaparnos de la vida, intentar retener el tiempo es inútil
–Como el gas en una canasta
–Nos gestamos en el agua
–Como el arroz
–Como el mosquito aedes aegypti
–Como el hongo
–Que crecerá si no tapamos la grieta del techo.
–El maestro Yan Su Te decía que en una mancha del techo se podía manifestar Buda.
–El maestro Yan Su Te era aun más vago que tú.
–Sin embargo preparaba un excelente tofu.
–La divinidad reparte sus dones de manera extraña, a mí me ha dado la sabiduría, a tí el manejo de las herramientas y la cinta de teflón.
–Sin embargo, tal vez yo reencarne en un sabio
–O en un gusano.
–Sí, o en un sabio.
–Sí, o en un gusano.


Con ese poder de persuasión que lo caracterizaba, me dejó la caja de herramientas y se fue a meditar a su cuarto con un ejemplar de PlayZen y una caja de maní con chocolate.