lunes, 21 de julio de 2014

Héroes. Un equipo del que estar orgulloso

Permítaseme apartarme un poco del diseño y la tipografía para recordar a un equipo de fútbol distinto a todos los demás.
Bien saben los que me conocen que no suelo mezclar el deporte con la épica, las gestas y el heroísmo. Sin embargo hay un equipo que ha participado de un torneo deportivo y que por su rendimiento podría ser merecedor de calificativos por el estilo.
Se trata del Wisla Plock, que obtuvo el séptimo puesto en la Primera Copa Europea de Clubes Poco Importantes disputada en Oslo y ha quedado en el corazón de su pueblo.
No es por el logro deportivo —meritorio en sí mismo— sino por su actitud, predisposición, altruísmo y capacidad de sacrificio que estos hombres han pasado a la historia del fútbol mundial.
Salieron de su país con la prensa en contra, masiva desconfianza acerca de las posibilidades de éxito y numerosas críticas hacia el entrenador por la selección de los jugadores que integrarían el plantel. Todos sabemos que cada polaco cree ser técnico de fútbol, y siempre cree tener las ideas más claras que el elegido para cumplir con ese rol.
Conscientes de sus grandes responsabilidades en la construcción del orgullo nacional y el olvido de las frustraciones populares y personales, estos hombres han hecho enormes sacrificios, dejado todo y puesto su cuerpo y mente el la consecución de un único objetivo: dejar bien alto el pabellón nacional para poder volver con la cabeza erguida y dormir tranquilamente con la satisfacción del deber cumplido.
Conozcamos un poco más del rendimiento de cada uno de los jugadores durante la Copa.



1. Dionizy Weczorek
Durante el trayecto en barco a la capital noruega, una niña cayó a las frías aguas del ártico. Georg no dudó y se lanzó —en pantalones cortos— al rescate, esquivando témpanos y osos polares hambrientos hasta traer a la niña sana y salva a bordo. Después le regaló una camiseta firmada por todo el equipo.

2. Bozydar Boninsky
Paseando por las calles de Oslo vio que unos jóvenes armados le robaban el bolso a una señora. Los persiguió y apresó a todos, los entregó a la policía y devolvió el bolso a la señora. También le hizo llegar, horas después, una camiseta firmada por todos los jugadores del plantel.

3. Jerzy Grabowski
Entre el segundo y el tercer partido sacó ilesa a una familia de un auto en llamas, apagó el fuego solo con las manos y una camiseta, que después regaló a la familia (firmada por todo el plantel).

4. Romek Kowalski:
Afuera del estadio un grupo hooligans con perros atacó a unos jóvenes que tocaban la guitarra y cantaban canciones pacifistas. Romek los dispersó con una sola mano mientras con la otra mano mantenía a raya a los cinco perros. Un sexto perro escapó enfurecido y sin control hacia un Jardín de Infantes.

5. Aurek Wozniak
Percatado de la situación antes descripta, se lanzó sobre el perro manteniendo una dura lucha en la que perdió mucha sangre, haciendo enormes esfuerzos para alejarlo de los niños, que huyeron despavoridos hacia la calle sin notar que se acercaba un tranvía.

6. Anatol Gorski
Se arrojó por delante del tranvía atajando a tres niños a la vez para quitarlos de su camino. Calmada la situación procedieron a regalarles camisetas firmadas a los jóvenes que cantaban, a los niños del jardín, al conductor del tranvía e incluso a un perro.

7. Dodek Jaworski
Escondió en una buhardilla a una niña perseguida por los nazis antes del cuarto partido. Es torturado cruelmente y no abre la boca.La niña lo menciona en su diario y Dodek le regala una camiseta firmada por el equipo completo.

8 y 9. Jacek Pawlowski y Milek Nowak
El hotel en donde estaban alojados los jugadores se derrumba y estos dos valientes organizan el rescate, sacan a los huéspedes de entre los escombros, asisten a los heridos, aplican primeros auxilios, operan de urgencia a varios en un hospital de campaña montado por ellos mismos, inician una investigación acerca de causas y responsabilidades, encuentran al arquitecto negligente, le ganan un juicio y con la indemnización obtenida construyen con sus propias manos un nuevo hotel, pero mejor que el anterior. En el lobby aún puede verse enmarcada la camiseta que el equipo firmó y regaló a los dueños.

10. Wojciech Cabralski
Luchó en numerosas batallas para el ejército polaco entre partido y partido. En una de ellas saca a un alto oficial de abajo de su caballo caído salvándole la vida ante el ataque de la infantería rival. Esta arriesgada maniobra le produjo un esguince de tobillo que lo marginó de dos partidos chivos. Wojciech aceptó su destino con hidalguía y pronunció la célebre frase: "me rehabilito contento, hemos batido al enemigo".

11. El arquero Tadeusz Tomaszewski
Enfrente del hotel donde se alojaban, una niña salió a una cornisa de un octavo piso para buscar a su gato asustado y no podía volver. El padre de la niña había salido a buscarla y también estaba paralizado. El abuelo de la niña, asustado por los gritos también había salido y —presa de un ataque de pánico— se había sumado a la pequeña multitud de la cornisa sin atinar a moverse.
Tadeusz trepó por el exterior del edificio y cargó —uno por uno— a todos los miembros de la familia hasta la vereda. Finalmente con una camiseta (firmada por todo el equipo) improvisó una red para el gato, que saltó y fue asegurado por Tadeusz sin dar rebote.

12. Boleslaw Maszche
Técnicamente no fue héroe, pero corría cada pelota como si fuera la última (de hecho lo era porque el público se había robado todas las demás).

13. Lech Wojtyla
Jugó toda la fase final del torneo con una uña encarnada (pero de la mano, así que técnicamente tampoco califica como héroe).

14. El gran Basia Wakszki (ausente en la foto)
Cenaba todo el plantel en un restaurante. Un grupo terrorista arrojó una granada. Sin dudarlo Basia se arrojó sobre ella y mientras esperaba que estalle organizó la evacuación del salón. El resto del equipo debatió acerca de a quién darle una camiseta firmada y finalmente se la enviaron al papa.

Tampoco están en la foto el director técnico y el preparador físico, que aprovecharon los días de descanso entre partido y partido para desarrollar una eficaz vacuna contra la lastromatosis múltiple, una enfermedad degenerativa que aquejaba a gran parte de la población europea. Ambos donaron la pequeña fortuna recibida por las patentes para alimentar millones de niños africanos.

Es cierto que se trató de un irrepetible grupo de individualidades, que merecía mejor suerte. También merecía que los dejen jugar los últimos partidos a pesar de no tener ya camisetas reglamentarias. Hoy el mundo los ha olvidado, pero así es la gloria deportiva: un día se es el rey del mundo y al otro hay que lavar calzoncillos, porque lo cortés no quita lo valiente.