Boicoteados por gran parte del mundo desarrollado que veía en los argentinos una fuerte competencia, tanto en lo deportivo como en la capacidad de transformarse en súper potencia, los juegos no fueron ampliamente difundidos.
Tal vez aquí no estaba del todo claro el concepto de “deportes de invierno”, porque hacíamos lo mismo en invierno que en verano, lo que desorientó notablemente al equipo noruego de patinaje sobre hielo, a medio hundir en el lago de Parque Centenario. No le fue mejor a los daneses en su slalom por la avenida Ángel Gallardo, a la cual a la ausencia de nieve que la caracteriza, se sumaba tener que esquivar el tránsito, que no se tuvo la precaución de cortar.
Numerosas delegaciones europeas partieron de Ezeiza con los ojos llenos de lágrimas y dispuestos a no volver nunca más.
Desde entonces el Comité Olímpico Internacional nos niega sistemática y pertinazmente una segunda oportunidad. Mientras tanto recordemos, a través de una nueva ficha de Deyna, a una de las heroínas de aquel evento.
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