Sobre lo lleno y lo vacío
El joven Tsetsuko se despertó con el canto del gallo y se acercó al maestro Sesuda, que meditaba mirando salir el sol para preguntarle:
El joven Tsetsuko se despertó con el canto del gallo y se acercó al maestro Sesuda, que meditaba mirando salir el sol para preguntarle:
–¿Es el gallo que canta
quien hace salir el sol?
–Para levantarse con el gallo primero hay que
acostarse con él.
–¿Zoofilia? ¿Acaso no existe
el pecado?
–El maestro Buyo solía decir que el pecado
divierte pero el pescado nutre.
–Se dice el pescado pero
no el pescador.
–Mejor que regalar un pecado es enseñar a pecar.
–Y sin embargo el
pescador de almas puede ser santo
–El pescador echa sus redes. Recuerda que la
virtud de la red está tanto en la soga como en el agujero.
–¿Importa más lo que
somos o lo que no somos?
–El vacío interior da sentido a la botella.
–Una botella maciza se ve
como una botella.
–Pero no sirve como tal.
–¿Las cosas deben servir
para algo o solo ser?
–Las cosas deben ser, pero si estás sediento en el
desierto, mejor haberse llevado una de las huecas.
–Solo si está llena.
–La botella llena solo da seguridad, pero no sacia
la sed.
–El hombre rico no es el
que tiene llena la billetera.
–Exacto
–Perdido en el desierto
no importa cuántos papeles tenga en su billetera si no consigue un kiosco.
–Pero si a la noche va a encender fuego los
billetes son mejores que la botella.
–Si tiene fósforos.
–Si es inteligente los habrá llevado.
–La inteligencia depende
de la nutrición del cerebro, no del estómago.
–El fósforo es bueno para el cerebro.
–Los peces son ricos en
fósforo.
–Pero no lo puede usar bajo el agua.
–Lo saben porque son
inteligentes.
–Si así fuera no caerían en las redes del
pescador.
–¿Es la red más
inteligente que el pez?
–¿Debería el pez luchar contra su destino?
–¿Se hallan entrelazados
los destinos del pez y del pescador?
–¿Tomas partido?
–¿Debería?
–En el plan del universo el pez y el pescador
valen lo mismo.
–Si yo fuera un pez –y no
un refrigerador– quisiera que así fuera.
–Si tú fueras un pez sería difícil notar la
diferencia.
–A los ojos de un ser
supremo.
–Sí, también.
Se alejó pensando, era suficiente para él. El maestro continuó meditando un poco más, sacó un cuenco de arroz lleno de hawaian Tropic, se untó la cara y quedó mirando al cielo como quien quiere nutrirse de su sabiduría.
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