El joven Tsetsuko se
aprestaba a comer cuando el maestro Sesuda de acercó para enseñarle algo
–Toma el plato y tíralo al suelo
–Listo
–¿Se rompió?
–Sí
–Ahora pídele perdón
–Perdón
–¿Volvió a estar como antes?
–No
–¿Has entendido?
–¿Debo usar platos de
madera?
–No
–¿Plástico?
–No importa el material del plato
–Sí que importa, los de
vidrio se rompen
–Me refiero a que en esta historia el plato es un
símbolo de la incapacidad de reparación. ¿Ahora has entendido?
–Sí, es inútil pedirle
perdón a los platos
–No, es una metáfora sobre las relaciones humanas
–Ah, entiendo, es inútil
pedir perdón a las personas
–No, a las personas sí sirve pedirles perdón
–Pero las cosas nunca
serán como antes
–Tal vez sí, pero el daño está hecho
–¿Entonces no podemos
reparar el daño? ¿No sirve arrepentirse? ¿No sirve tratar de arreglar algo?
–Tal vez sí
–Pero el plato nunca
vuelve a estar como antes
–Las personas son más flexibles que un plato, a
veces después de los conflictos somos mejores
–¿Entonces por qué
sugieres esta comparación?
–Tal vez tienes razón, toma esa pelota y tírala al
suelo
–Listo
–¿Se rompió?
–No
–Ahora pídele perdón
–Perdón
–¿Volvió a estar como antes?
–Sí
–¿Entendiste?
–No
–Me debes 300 yuan
–¿Me cobras por la
enseñanza?
–¿Crees que a mí me regalan los platos?