martes, 14 de febrero de 2012

Conociendo a Gena Rolsk


I
Gena Rolsk es, sin duda, una de las grandes olvidadas del cine occidental. Su vida estuvo signada por la tragedia.

Nacida en 1912 en Cracovia, de una familia muy humilde, Gena era, sin duda alguna, una niña genial.
A pesar de su ceguera incipiente, trabaja desde muy joven como asistente del gran director Krisztoff Kieslowski.
A los 13 años queda completamente ciega, pero eso no la disuade de su sueño de dirigir cine. A los 14, finalmente, dirige su primer cortometraje, donde aún manifiesta las dificultades para superar su trauma: “Tuck telewizora w dupie” (que podríamos traducir groseramente como “El televisor metételo en el culo”).

A los 16, casi coincidiendo con su pérdida de la audición, filma varios capítulos unitarios para la televisión polaca. El ciclo llevaba el título: “La resistencia, refugio para la ética”. En nuestro país fue visto por aproximadamente 32 personas, hasta que se le cambió el título por “Pasión salvaje”, constituyendo el primer éxito del viejo canal 9. A raíz de este suceso recibe numerosas ofertas –que descarta– tal vez por no poder escucharlas.


II

Gena era tan autosuficiente que le costaba tolerar los intentos de ayudarla.
Tal vez por eso, a los 20, pierde las piernas al ser atropellada por dos trenes sucesivamente.
Pero Rolsk, sacando de su interior la mítica garra polaca, se sobrepone y filma 15 largometrajes en un mes. Hubiera filmado más si no fuera por su característica impuntualidad, a Gena le cuesta llegar a horario. Este problema parece solucionarse cuando Gena se compra su primera silla de ruedas, pero el problema real (según afirma Wilson Baylac en su libro “El cine que no vemos”, 1967, Editorial Palabras vanas) era que no escuchaba su despertador.
Rolsk se compra uno que vibra, pero misteriosamente se queda más tiempo que antes en la cama.
Esto preocupa a la Poliszwart Cinemienszk Studien, compañía que la tiene contratada, que la amenaza con rescindir su contrato. Ella ve en esto la oportunidad de hacer cine independiente y no dejará pasar la oportunidad.


III


Gena se muda a Asunción del Paraguay y funda la “Szarmach Guaraniszewicz cinek”, tal vez la compañía con menor presupuesto de toda Latinoamérica. Esto no la amedrenta y no duda en prostituirse para obtener fondos.
Su elección de vida llega a oídos de sus padres en Cracovia, que se la reprochan duramente. Ella les contesta en una extensísima carta, seguramente la última que escribió. Poco después es mordida por una yarará y se le amputa el brazo derecho. Sus amigos se lo ocultan por dos años, haciéndole creer que solo perdió la sensibilidad. Pero Gena es tan fuerte que se sobrepone a la pérdida y filma el primer largometraje paraguayo que compite por un oscar: “Tereré para dos”. La película no gana la estatuilla pero el actor protagónico, Tadeusz Cabañas, obtiene el premio al mejor compañero. Gena, que esperaba ser premiada, supera el mal trago enamorándose de Tadeusz, con quien convive tres años.

IV


Su siguiente film, “Los paraguas de Chernobyl”, fracasa estrepitósamente. Uno de sus críticos más acérrimos, Eliseo Olarticoechea, ironiza: “...una vez más Rolsk nos defrauda, y esta vez no se lo puede atribuir ni a la pérdida del sentido de la vista ni al del oído, sino sencillamente al del gusto”.
Poco tacto.
El dolor invade a Gena, quien hasta ese momento ha lidiado inquebrantablemente contra la adversidad. La tristeza se suma a la incipiente tuberculosis para producirle un descenso de sus defensas naturales que hace su organismo muy vulnerable.
Gena enfermará sucesivamente de sarampión, hepatitis, diabetes, artritis, rubeola, viruela, úlcera, hepatitis otra vez, psoriasis, cistitis y pie de atleta (esta última de carácter psicológico). Es en este período que Tadeusz la abandona. Sus amigos se lo ocultan por seis meses.
Pero Gena es muy fuerte y saldrá adelante.

V


Finalmente logra su merecido reconocimiento al obtener, en 1934, el Oscar a la mejor película con animales domésticos.
Pero la vida, a veces se ensaña con algunas personas, dándoles talento y quitándoles todo lo demás. Una comida muy caliente en una cena de homenaje en el Círculo de cineastas polacos, quema su lengua impidiéndole de allí en más, articular sonido alguno. El reverendo Félix Moon insiste en afirmar que el incidente es intencional, que el establishment no tolera la denuncia social, siempre presente en la filmografía de Rolsk, y claramente reconocible en “La hora del Osorno” (una volcánica relación entre patrones y obreros) o “la Pomerania rebelde”. Gena sostiene (con señas): “no podrán callar a quien habla con el corazón”. Poco después Rolsk sufre su primer infarto, al que seguirán varios más.
Pero Gena Rolsk es fuerte y se sobrepone, después de todo, solo tiene veintidós años.

VI


Ya algo más madura desciende de su omnipotencia y se ve obligada a empezar a delegar tareas. En esta etapa su dificultad para expresarse hace que sus colaboradores interpreten a voluntad sus decisiones estéticas, generando en Gena una profunda insatisfacción. Ante tal contrariedad, y por recomendación de su terapeuta, realiza cursos de expresión corporal, con los que obtiene mejores resultados que con los de kick boxing.
Un nuevo mundo se abre para ella. La capacidad para expresarse con cada rincón antes inexplorado de su cuerpo la reconforta. Encuentra que con un movimiento sutil y fugaz de la axila puede contar la tensión que busca con un un encuadre determinado, que un movimiento leve del cuello es idóneo para promover una iluminación más intimista.
Pero la realidad contrasta con su entusiasmo. Sus colaboradores, que no han hecho el curso, no la entienden. Algunos historiadores del cine sugieren que la entendían pero aprovechaban sus dificultades como coartada para buscar sus propias formas de expresión. El futuro la reconocerá como formadora de talentos, incluso a pesar suyo.
A partir de allí la desesperanza se vuelve a apropiar de ella. Cae en el alcohol (esta afirmación es menos grave de lo que parece, sencillamente se tropieza en una farmacia produciéndose cortes con las botellas, que todavía no eran plásticas). Pero como siempre, se levanta y sigue adelante.

Dejemos por ahora a Gena Rolsk descansar en paz. Para quienes estén interesados en su vida, Lars Von Trier está filmando un musical basado en la historia de su vida. El papel de Gena lo interpreta Penélope Cruz, ya que Mirta Busnelli desistió de hacerlo.

2 comentarios:

  1. Completísimo el informe, profesor. Le sugiero etiquetar esta entrada como "Grandes mujeres" también.

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    1. Es verdad, así lo haré a menos que mis dificultades –propias de un señor muy mayor– me impidan encontrar en esta máquina infernal las herramientas para hacerlo.
      De paso la invito a darse una vuelta, próximamente, por la página del lejano oriente y su legado milenario, en este mismo sitio, en donde encontrará haikus y discusiones que le serán familiares, ya que se relacionan con otras que hemos mantenido en nuestros años mozos, así como mucho material nuevo, producto de mis investigaciones.
      Gracias por su comentario.

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