miércoles, 7 de marzo de 2012

Conversaciones con el maestro Sesuda I



Sobre la iluminación

El joven Tsetsuko preguntó al maestro sobre cómo alcanzar la iluminación. El maestro le dijo que el cerebro del hombre es como un refrigerador. Para ver la luz hay que abrir la puerta.

–No entiendo –dijo el joven Tsetsuko.
–Si abrimos la puerta se va el frío.
–No entiendo.
–Lo que hay adentro no se conserva.
–No entiendo.
–Se echa a perder.
–¿Entonces?
–Nos vemos obligados a vaciarlo.
–¿Entonces abrir la puerta del refrigerador no es malo?
–Solo abriendo las puertas del cerebro podemos vaciarlo para hacer espacio para lo nuevo.
–Pensé que hablábamos de refrigeradores.
–Es una analogía.
–¿Si abro las puertas del refrigerador las analogías se echan a perder?
–No, no hay analogías en el refrigerador sino en la mente.
–¿Tiene puertas la mente?
–Las puertas de la percepción.
–¿Se escapan los pensamientos del cerebro si dejamos las puertas abiertas?
–No, si el cerebro es cómodo no solo no se van sino que vienen nuevos.
–¿Qué es un cerebro cómodo?
–La mente que no juzga sino que acepta, la mente que no ata sino que libera, la mente que usa ambos hemisferios cerebrales
–Siempre es más cómodo dos ambientes que uno.
–En un cajón de manzanas ordenadas optimizamos el espacio, entran muchas, sin embargo no pueden moverse ni cambiar de lugar.
–¿Para qué querrían cambiarse de lugar las manzanas?
–No importan las manzanas.
–¿Entonces?
–Hablamos de ideas. La creación surge del reordenamiento de las manzanas.
–Cuando las manzanas se golpean se echan a perder.
–Los huevos deben romperse para hacer una tortilla.
–¿Entonces hay que romper los huevos?
–Creo que eso ya lo has aprendido.

Sesuda despidió al joven Tsetsuko, que se marchó a meditar sobre las palabras del maestro.

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